Nuestras plantas del jardín o el huerto son vulnerables a multitud de enfermedades y algunas incluso pueden poner su vida en peligro. Por eso es importante conocer los factores que afectan a la salud de nuestras plantas, y así, ser capaces de prevenir las posibles consecuencias. De esta forma, conseguiremos que nuestro jardín florezca y crezca sano.
Las causas principales que pueden afectar a la salud de nuestras plantas son: las heladas, exceso o falta de agua, el viento, desequilibrio en la luz o los nutrientes, la contaminación del entorno o las plagas y enfermedades.
Heladas
Es más peligrosa una helada que el descenso de las temperaturas. Las más perjudiciales son las heladas inesperadas, que pueden acabar incluso con las especies más fuertes de nuestro jardín, sobre todo si se encuentran en una fase de primeros brotes de primavera.
El aire frío, a diferencia del aire caliente, permanece fijo cerca del suelo y se concentra en huecos y depresiones de la orografía. El aire frío está cargado de vapor de agua, por esta razón es más pesado y se mantiene en zonas bajas. Este es el motivo por el cual los valles son más propensos a recibir heladas. Cuando la acumulación de aire frío aumenta, éste empieza a subir por las vertientes. Cualquier barrera física (un muro, un set), impedirá el paso y provocará la aparición de una bolsa de escarcha. Cualquier planta que crezca en la cercanía de esta bolsa estará expuesta a sus consecuencias.
En terrenos helados, las plantas no pueden absorber el agua que necesitan para crecer. Si la planta no tiene raíces profundas será incapaz de obtener el agua, deshidratándose, sus hojas se volverán de color marrón por no poder realizar la fotosíntesis y la planta podría llegar a morir. Las heladas de superficie, pueden también provocar alzamiento del terreno, sacando al exterior la raíces de las plantas más superficiales.
El daño producido por una helada depende de cuanto dure. Una helada que dure una hora es probable que no cause ningún daño, no obstante, una helada prolongada durante más de cuatro horas puede ser letal.
Exceso o falta de agua
Una acumulación de agua en el terreno donde crece una planta puede perjudicar a su saludo. Afecta a plantas que no están habituadas a este tipo de situaciones, debido a que sus raíces sufren y la planta puede llegar a morir de asfixia. Cuando se produce el efecto contrario, una falta de agua, provocan que la planta se marchite y pierda turgencia. Además, reduce la capacidad de crecimiento de la planta, afectando a sus células. Las sequías ocurren en las estaciones más calurosas, especialmente en verano, es entonces cuando debemos vigilar mejor la sequedad del terreno y aportar agua para humedecerlo cuando sea necesario.
Viento
Los fuertes vientos, si son constantes, pueden afectar negativamente al desarrollo de plantas leñosas. Los árboles y arbustos, se ven perjudicados porque pueden romperse sus ramas. Para plantas jóvenes o poco fuertes, una lucha constante contra la fuerza del viento, las debilitará e impedirá que se desarrollen vigorosamente. Además, el viento es un aliado perjudicial de las temperaturas extremas y la sequía, agravando sus efectos.
Desequilibrios de luz
Las plantas necesitan la mayor cantidad de horas de luz al día para poder realizar la fotosíntesis y así, desarrollarse. Este es el motivo por el cual una planta siempre crecerá buscando la luz. Las plantas que situemos a la sombra, crecerán desordenadamente y siempre presentarán un aspecto menos colorido que las plantas situadas al sol. No obstante, algunas plantas también son sensibles al exceso de luz, sufriendo quemaduras en sus hojas cuando su exposición es intensa. Estas plantas se utilizan en entornos de interior, donde no están expuestas a una luz directa y, la luz ambiente es suficiente para que crezcan. La solución es situar cada planta en el lugar donde mejor pueda desarrollarse.
Desequilibrios en los nutrientes
Ante una falta de nutrientes observaremos que la planta empieza a mostrar distintos síntomas: crecimiento lento, hojas sin color, hojas con manchas, muerte prematura de las hojas, brotes torcidos o deformes y poco desarrollo de las raíces. Para prevenir que este mal se propague debemos fijarnos en primer lugar en el extremo de los brotes, donde se producen los primeros síntomas. Para solucionarlo habrá que analizar el suelo dónde está creciendo nuestra planta y aportar los nutrientes que necesita. También hay que llevar cuidado con un exceso de nutrientes, que puede llegar a ser tóxico para la planta.
Contaminación
La contaminación que afecta sobretodo a las plantas es la contaminación del suelo. Se verán afectadas si se encuentran en un suelo de extrema acidez o alcalinidad (desequilibrios en el pH), toxicidad química o salinidad excesiva. Los síntomas de contaminación son la coloración marrón de la punta y los bordes de las hojas, un decoloramiento general y la caída prematura del follaje. Además, en un suelo contaminado el crecimiento será muy lento.
Plagas y enfermedades
Es algo normal que nuestras plantas se vean afectadas por algún tipo de plaga o enfermedad, incluso si éstas gozan de buena salud. Para mantenerlas a ralla, lo mejor es intentar prevenir que ocurran. Por esto es importante conocer bien las especies de plantas que albergamos en el jardín y aprender por qué puede aparecer una plaga o enfermedad que las afecte. De este modo, seremos rápidos a la hora de actuar y no tendrá graves efectos.